martes, 21 de diciembre de 2010

Jóvenes y Ocio

PROGRAMAS DE OCIO ALTERNATIVO, bajo este nombre se reúnen diversos tipos de programas que varían en su ubicación, objetivos, actividades y en la población destinataria, que incluye  grupos en situación de riesgo y a los jóvenes en general. Estos programas buscan fomentar el tiempo de ocio saludable, disminuyendo los factores de riesgo y potenciando los de protección. Trabajan dotando a los jóvenes de recursos personales para que aprendan a manejar adecuadamente las situaciones de riesgo generadas en los diversos lugares de ocio a los que acudan y desarrollen al máximo hábitos de vida saludable.
Hay numerosos programas actualmente que se encuentran en funcionamiento en numerosos municipios. Pero, ¿Porqué cuando se abre “Abierto Hasta el Amanecer” tiene tanto éxito? La razón está clara, la iniciativa parte de una entidad juvenil instalada en un barrio con una acusada problemática de desempleo y toxicomanías. Este colectivo  propone la apertura de espacios públicos en horarios de fin de semana bajo una metodología diferente, donde se muestre otra forma de divertirse y de posibilitar la organización como colectivo, con el fin de afrontar la realidad e intentar cambiarla con una visión crítica. Esta es la clave de su éxito, la participación y la confianza depositada en los jóvenes. Se les reconoce la capacidad de desenvolverse adecuadamente en la gestión de actividades, en resolver los problemas y conflictos que surjan, en la toma de decisiones y se les permite ser los responsables directos de las diferentes actuaciones.
Frente a esta determinada forma de entender la construcción del ocio, las diversas entidades se empeñan en diseñar programas sin tener en cuenta los intereses de los destinatarios. El resultado es una sucesión de actividades aburridas, con un horario igual al que tienen durante la semana en la educación formal. El resultado esperado es claro, la falta de asistencia.
¿Cuándo vamos a comprender que son ellos y sólo ellos los que conocen sus intereses y sus necesidades?

Nuevas perspectivas



¿Qué podemos hacer?

Algo sobre los jóvenes

El ser humano, como sujeto social, debe en una gran parte su identidad a la experiencia de un reconocimiento intersubjetivo, es decir, a la idea que cada persona desarrolla, a partir de lo que los demás ven y valoran de ella. Aquí radica la importancia del componente social en general y del elemento grupal en particular para la formación de la conciencia de sí misma como persona, y con ella su identidad.
Los adultos para este fin, hemos elaborados tres discursos diferentes pero muy relacionados, sobre como son nuestros jóvenes. Se afirma el hedonismo de la juventud, su valoración del placer como criterio moral. Además, existe un cierto énfasis en su espontaneidad e irracionalidad. Es, pues, una juventud materialista, que persigue la realización personal en términos de tener y consume activamente los productos del mercado juvenil.
La juventud es igualmente conformista y descomprometida, se desentiende de la política y de su papel transformador de la sociedad. Los jóvenes permanecen en el ámbito privado y no se ocupan de lo público como reacción a la desconfianza en las instituciones políticas. Esta tendencia a la privatización supone un cambio de valores: se prefiere la libertad privada a la igualdad.
Por último, asistimos a un fuerte narcisismo, que se describe como interés por el autoexamen, preocupación por la realización personal y espíritu biológico consciente.
La implantación de estos discursos es importante. Está en los medios de comunicación, en las ideas de educadores, filósofos, padres, etc. Su presencia es tan fuerte que los propios jóvenes han de pronunciarse frente a él, negarlo o afirmarlo, no pueden permanecer al margen.
Así surge la opinión pública, manifiestando una preocupación por que la juventud no cumpla el papel que está llamada a desempeñar en su etapa adulta. Temor a los excesos hedonistas (sexo, drogas), a la falta de valores apropiados desde la moral adulta dominante, a la desimplicación en lo público. Pero este discurso sirve también para mantener a la juventud en una práctica minoría de edad: no están preparados para las responsabilidades adultas, no pueden ser aceptados como actores sociales plenos, mientras se les exige responsabilidades a los jóvenes, se les deniega la posibilidad de que las contraigan.